Bioingenieria ambiental una rama alternativa de la ingeniería. Aplicada al control de la erosión

Como un punto de partida para la discusión en los espacios del Seminario.  Consideramos pertinente plantear que las alternativas que se apliquen al control de la erosión deben responder de manera integral a las potencialidades y limitantes del territorio.    En este sentido, desde la visión que se tienen del Modelo de Gestión vial Integral para la Vía Pereira-Marsella-Chinchiná.  Se ha querido vincular al Seminario propuestas bioingenieriles, con resultados concretos que dan respuesta al inadecuado manejo de los suelos y  las alteraciones causadas por la puesta en marcha de obras civiles.   Que por su magnitud y las características de sus componentes,  implican la alteración de las dinámicas naturales de los suelos. 

En este sentido la empresa Vetivernet ha sido invitada a participar, en calidad de ponentes y expositores.  Su presencia abre el espacio para encontrar alternativas y ejemplos concretos, sobre el  cómo se da respuesta, con nuevas y avanzadas tecnologías a los retos que plantean los efectos del cambio climático.

Los invitamos a conocer más, sobre dichas experiencias en las página web:    

Comunicado de prensa 6 de julio de 2011

INVITACIÓN A LOS CANDIDATOS  A CARGOS DE ELECCIÓN POPULAR
La erosión  es un problema que  el país no ha afrontado  como debe ser.   Es notoria la ausencia de legislación y de políticas públicas. Cada propietario dispone de su  predio  sin considerar  conceptos como sostenibilidad y  patrimonio público.   Dos conceptos básicos para el futuro de  las próximas generaciones.
Según investigación de Cenicafé  “… al comparar  un terreno desprovisto  de todo tipo de  vegetación  y otro con coberturas vegetales, se encontró  que  en el terreno  sin coberturas se pierde  hasta  500 toneladas  por hectáreas  de suelo al año, en relación  con el suelo  cubierto por estas”.
Según el mismo estudio -sobre el cual se publicó un artículo en el periódico de la Universidad Nacional,  edición 120 del 08 de marzo de 2009-  la bioingeniería es una  técnica para el control de la erosión cuyos costos están por debajo de las obras  mecánicas de ingeniería  entre un  85 a 98 por ciento.  Afirma además  que “La bioingeniería  cobra un papel de real importancia  debido a que los problemas de erosión  o movimientos masales catalogados  como demasiado complejos  y no controlables  económicamente por otras  ciencias y tecnologías,  desde el punto de vista de la bioingeniería  las soluciones  se vuelven sencillas  y realizables  a costos muy bajos, ya que se atacan  las causas en forma integral, precisa y de raíz, dando lugar  a soluciones inmediatas, eficientes y eficaces”.
Como podemos ver el problema de la erosión tiene soluciones que ya se han aplicado con éxito, pero el tema debe llevarse al nivel de política pública. Por eso los organizadores del evento “Cambio Climático y Erosión”, tienen el interés de que los aspirantes a los  concejos municipales, las asambleas departamentales, las alcaldías y gobernaciones,  asistan.   No sólo para conocer y profundizar en el tema, sino para que apoyen la construcción de un  documento de recomendaciones de política pública que pueda ser considerado por el gobierno nacional.
Mayores informes bosquemodelo@carder.gov.co
Las inscripciones pueden hacerse a través del blog:  http://seminariocambioclimaticoyerosion.blogspot.com

EL SUELO SIN DOLIENTES.

El suelo sustenta al sector agropecuario que nos alimenta  a todos, pero –contra toda lógica -  es el recurso con menos atención por parte de la sociedad.
No  existen políticas  ni  leyes ni  normas  que le den un tratamiento  integral  y  que contengan metas, objetivos e  indicadores  específicos  y medibles.
El problema empieza desde la Ley 99 de 1993 y el Decreto 2811 de 1974 que son los pilares de la legislación ambiental. No  le otorgan   la importancia que merece.    Asignan la responsabilidad a las autoridades  en forma general sin  definir  obligaciones específicas.  La Ley de Ordenamiento Territorial no señala   las conexiones  entre el uso de la tierra y  el desgaste  de los suelos, por eso las reglas  para la protección   no se  establecen  en forma explícita.  Los POT, por su parte, no son utilizados para impulsar su  conservación. Y  los Planes de Gestión Ambiental Regional  incluyen algunos proyectos cuyos resultados  se relacionan con  el gasto    y no con  los impactos  de las  inversiones.
Lo preocupante   es que los  fenómenos  que afectan hoy el clima del Planeta    agravan   los procesos erosivos. Según la publicación del Banco Mundial “Prioridades Ambientales para la Reducción de la Pobreza en Colombia-2006”,  el 23% de la superficie del país muestra una erosión alta o muy alta.  Esas zonas
 se extendieron  con más  fuerza en el lapso  de 1998 a 2004 y  aumentaron  en 16  millones de hectáreas. Se estimó  que el costo anual promedio de la degradación  por  la pérdida de productividad en cosechas  ascendía  a $1.44 billones  a precios del 2006.
¿Se imagina usted cuántas toneladas de  capa vegetal  de su  municipio terminan  después de  cada aguacero  en los ríos  y en el mar?  
Las CAR  tienen que iniciar   una gran campaña   para que la población aprenda a remediar y a  prevenir el  agotamiento del  principal patrimonio de las actuales y futuras generaciones.  Por eso en Marsella  el 28  de julio, con el apoyo del programa Bosque  Modelo, se realizará  el Seminario de Cambio Climático y Erosión, cuyo objetivo  es el de impulsar  la construcción y puesta en marcha de una política para el buen  uso de los  suelos;  que haga parte, además,  del  Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático que los desastres de todos los días imponen con urgencia.
Si no hacemos nada, si las cosas siguen como van,   esperemos la ruina de las actividades  del campo   en las laderas andinas.
Carlos Arturo López Ángel. Publicado en el periódico La Tarde de Pereira

Documentos y aportes para la discusión

EROSIÓN Y COMPETITIVIDAD

Después de un corto verano  nos llegó  un invierno que nadie tenía  previsto.  En  una semana de lluvias  intensas  volvimos a las  noticias de siempre: inundaciones, derrumbes  y  zonas aisladas por  el  cierre  de  las vías.  Es la rutina de los últimos años -más ricos en agua que en sol – y es, quizás,  un  anticipo de lo  que  nos espera  en el futuro.

Pero,  detrás  de todos estos inviernos  hay algo más preocupante: la pérdida del suelo agrícola. Los aguaceros  son de una magnitud y duración tal, que saturan las laderas  de humedad  y producen  deslizamientos que se llevan  lotes  enteros. La geografía del Eje Cafetero está llena  de esas cicatrices que la maleza  maquilla  con el tiempo, aunque el daño queda  hecho. Menos notorio,  pero de igual gravedad, es la pérdida  de materia orgánica  y de nutrientes arrastrados  por las aguas de escorrentía. Es un fenómeno que sólo sienten los campesinos  cuando  sufren la disminución de  sus cosechas.

Según el  documento de la Carder “Situación de los Recursos Naturales y el Medio Ambiente en Risaralda-2005”, el 81%  del departamento  está afectado por erosión superficial  o movimientos en masa, lo que se considera de una severidad alta.  El documento también cita un estudio sobre  la quebrada Dosquebradas en donde se afirma que,  en período invernal,  el 27% de la cuenca  presenta una erosión potencial de 3.5 t /ha/ año.  ¿Se imagina usted cuántas toneladas de nuestras tierras  terminan  cada  año en el mar Caribe?
Los culpables de esta situación son los mismos propietarios  que no aplican  técnicas elementales de manejo de cultivos, los gremios del  sector privado que olvidaron   las  campañas contra la erosión  y el Estado que no tiene una política para  atacar  el problema.  Por fortuna  el conocimiento para el manejo adecuado de los suelos ya existe. Las escuelas de agriculturas alternativas  tienen como principio la protección de ese recurso y buscan incluso mejorar su productividad  sin utilizar insumos  químicos.

Las fincas  no son un patrimonio exclusivo de sus actuales propietarios. Ellos manejan un capital natural  que deben preservar  para sus hijos y para la sociedad.  Estamos en mora de legislar sobre ese tema  para prohibir y castigar los usos inadecuados   de las tierras  de ladera.

Por lo pronto está claro que la ampliación de las temporadas invernales  disminuye  la rentabilidad de la actividad agrícola.  Sabemos que  se  afecta  la producción y  se intensifican  los ataques de plagas y enfermedades. Que los abonos químicos, usados para  remediar  la pérdida de fertilidad,  son cada  vez más caros.  Que  el deterioro  de las vías eleva  los costos de transporte.  Que las malezas  se vuelven incontrolables.  Que  los deslizamientos internos destruyen  partes de los cultivos y de  las fincas.

Parece que para algunas regiones el  cambio climático significa sequía y que para nosotros significa invierno.  Si eso es así, estamos en mora de diseñar políticas claras de mitigación y de adaptación de la región  frente a la erosión.  Si no lo hacemos,  nuestra agricultura nunca será competitiva.  ¿Cuál será  entonces la suerte de los municipios que dependen de la actividad del campo?

CARLOS ARTURO LOPÉZ  ÁNGEL. 
Presidente Sociedad de Mejoras Públicas de Marsella